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Muchas veces hemos visto publicaciones en diversas red sociales que dicen "tu compañero de trabajo no es tu amigo", "las personas de tu ambiente laboral son colegas, no amigos", pero... ¿Te imaginas encontrar a uno/a de tus mejores amigo/as cuando llegas a un nuevo trabajo?

Le pedimos a Ángeles Cardemil, nuestra Head of People & Culture, que nos contara su historia con Leyla Fox, una de sus mejores amigas. Aquí te dejamos la historia:

Llegué a una empresa multinacional con más de 70.000 trabajadores y entre ellos encontré a una de mis mejores amigas hace ya más de 10 años. Con ella compartí por 4 años en el mismo equipo, conectamos desde casi el principio, nos apoyábamos en lo laboral, aprendimos una de la otra, incluso nos complementábamos, nos reímos a carcajadas muchas veces, gracias a ella el trabajo se hacía mucho más entretenido. Pero más importante aún, nos acompañamos en momentos importantes de nuestras vidas y también fuimos soporte emocional en momentos difíciles. 

Leyla y Ángeles, hace haaaartos años atrás.

La importancia de los vínculos saludables en el trabajo

Pasamos una gran parte de nuestras vidas en el trabajo. Por eso, no es extraño que nuestro/as compañero/as de trabajo se conviertan en figuras significativas dentro de nuestro día a día. En ese espacio compartido, más allá de las tareas y los objetivos profesionales, se van tejiendo lazos que pueden llegar a ser tan importantes como los que construimos fuera del ámbito laboral.

Tener vínculos saludables con los compañeros de trabajo puede marcar una gran diferencia en cómo vivimos nuestra experiencia laboral. Las relaciones positivas fomentan un ambiente de confianza, respeto y colaboración, lo que no solo mejora el clima organizacional, sino que también impacta directamente en nuestro bienestar emocional y en la motivación para enfrentar los desafíos del día a día.

En muchas ocasiones, lo/as compañero/as de trabajo se transforman en verdaderas redes de apoyo. Con ellos compartimos historias personales, nos reímos, desahogamos emociones y, a veces, hasta formamos amistades que trascienden el entorno laboral. Esas relaciones se construyen desde la afinidad, desde el descubrimiento de intereses y valores comunes, y muchas veces se desarrollan de manera espontánea, en una pausa para el café, en una conversación en el almuerzo o en el trabajo en equipo.

Para que estas relaciones florezcan, es fundamental un ambiente laboral que promueva el respeto mutuo, el cuidado por el bienestar de las personas y una comunicación asertiva. Un entorno donde se valore la escucha, donde se valide al otro y se fomente la empatía, facilita la creación de lazos significativos y genuinos.

Construir vínculos saludables no solo mejora nuestra experiencia laboral, sino que también nos recuerda que, incluso en el trabajo, somos personas que necesitan conectar, compartir y sentirse parte de una comunidad. Encontrar personas afines en el trabajo no es casualidad: es parte de nuestra naturaleza social, y una oportunidad valiosa para enriquecer nuestra vida, dentro y fuera de la oficina.

Gracias a mi primer trabajo encontré a una tremenda amiga con la que ya casi somos familia, soy la madrina de uno de sus hijos, nuestros hijos son amigos y eso me hace sentir privilegiada y agradecida por haber coincidido profesionalmente.

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*Ambas autorizaron la difusión de estas imágenes

Ángeles y Leyla han compartido mucho más que un trabajo, han compartido momentos fundamentales, familia y recuerdos inolvidables. 

Y sí, muchas veces se dice tu oficina no es tu hogar, tus colegas no son familia ni amigos, pero, ¿y si también encuentras a alguien que se convierte en una pieza fundamental de tu vida? Un trabajo es un intercambio profesional, pero su ambiente lo construyen personas, debe ser un espacio respetuoso y humano, pero también, puedes forzar lazos fundamentales para tu vida.

En Keirón, hacemos lo posible por tener un ambiente laboral cómodo, respetuoso y humano, pero también, hemos sido testigos de lazos inquebrantables a lo largo del tiempo, que trascienden más allá de las oficinas.

Gracias a Ángeles y Leyla por contar su historia.


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